¿Tienes duda sobre si puedes estar padeciendo algún tipo de fobia?
Aquí tienes un cuestionario sobre fobias que puede ser útil para autoevaluación o reflexión personal. Las preguntas están diseñadas para identificar posibles señales de una fobia y su impacto en la vida diaria.
Este cuestionario puede ser un punto de partida para identificar la necesidad de buscar ayuda para el manejo de fobias.
Responde «Sí» o «No» a cada una de las siguientes preguntas. Reflexiona sobre tus respuestas al final del cuestionario.
- ¿Evitas lugares, objetos o situaciones específicas porque te generan un miedo intenso?
– Sí
– No
- ¿Sientes un miedo irracional que parece desproporcionado al peligro real de la situación?
– Sí
– No
- ¿Tu miedo provoca síntomas físicos como sudoración, taquicardia, mareos o dificultad para respirar?
– Sí
– No
- ¿Sientes una necesidad abrumadora de huir o escapar de una situación que temes?
– Sí
– No
- ¿Has organizado tu vida en torno a evitar situaciones que te provocan ansiedad o miedo?
– Sí
– No
- ¿Tu miedo afecta negativamente tus relaciones personales o profesionales?
– Sí
– No
- ¿Te preocupa constantemente que el miedo vuelva a aparecer, incluso en momentos de calma?
– Sí
– No
- ¿Te sientes impotente o incapaz de controlar tu reacción ante lo que temes?
– Sí
– No
- ¿Has experimentado ataques de pánico en respuesta a situaciones que consideras peligrosas?
– Sí
– No
- ¿El miedo ha limitado tus actividades cotidianas o te ha impedido disfrutar de cosas que antes te gustaban?
– Sí
– No
Interpretación de Resultados
– Mayoría de «Sí»: Podrías estar experimentando síntomas relacionados con una fobia. Es posible que el miedo esté afectando tu calidad de vida, por lo que podrías considerar buscar ayuda profesional para explorar estrategias que te permitan enfrentarlo.
– Mayoría de «No»: Es probable que no tengas una fobia debilitante, aunque puede haber ciertos miedos que afecten tu día a día. Reflexiona sobre aquellos aspectos en los que el miedo pueda estar limitando tus experiencias.
A continuación, encontrará la definición de algunas patologías fóbicas (Fobias simples y fobias generalizadas) y una pequeña explicación sobre cómo una manera ineficaz de enfrentar las mismas puede.. empeorarlas.
LAS FOBIAS SIMPLES
(miedo a las arañas, serpientes, miedo a los espacios cerrados/abiertos, miedo a las infecciones, sangre, inyecciones).
El rasgo constante desde un punto de vista psicofisiológico de todas ellas, es el hecho de que la persona en distintas situaciones, para ella, espantosas, experimenta una reacción de pánico caracterizada por: sensación de bloqueo, reacciones fisiológicas alteradas (taquicardia, hiperventilación y sensación de mareo), todo ello seguido, muy probablemente, de la necesidad de huir o de solicitar ayuda.
LAS FOBIAS GENERALIZADAS
En este caso, hablamos del “miedo al miedo”, no necesitando de estímulo externo (como en el caso anterior) para tener miedo, y encontrándose este en numerosas situaciones cotidianas.
Dicho miedo será lo que origine toda reacción psicofisiológica mencionada anteriormente (taquicardias, mareos, sensación de desvanecimiento), y esto será, por regla general, la consecuencia de intentos de solución ineficaces frente a alguna de las fobias simples mencionadas.
En esta ocasión, existen 2 tipos de miedo intenso: uno será el de “morir” y otro el de “perder el control y enloquecer”.
Existe, por otro lado, la distinción entre si la reacción de pánico puede darse en situaciones específicas (agorafobia con ataques de pánico o claustrofobia), o puede darse en cualquier momento.
Situaciones específicas como permanecer solos, entrar en lugares cerrados o encontrarse en medio de una aglomeración de personas. En este caso, la persona puede prever un posible ataque y tenderá a organizar su vida en torno a evitar ciertas situaciones o circunstancias.
Situaciones variopintas e imprevisibles de las que será imposible la previsión del ataque de pánico, encontrándose la persona, por tanto, en alerta constante. Por regla general, el precipitante del terror serán las propias reacciones fisiológicas.
En ambos casos, la persona tratará de controlar el miedo y las reacciones psicofisiológicas, tratando de escapar o solicitar ayuda desesperadamente.
En estos casos, el miedo será su emoción predominante, tratando continuamente la persona que lo sufre de luchar contra él y organizando toda su vida en torno a la evitación de su miedo, renunciando por ello a muchas experiencias y oportunidades.
Empujados por la necesidad de mantener su miedo a raya, lo incrementarán al mismo ritmo que reducirán sus vivencias y oportunidades.
LAS OBSESIONES COMPULSIVAS
La definición más sencilla es la de una persona que está obligada por su manía fóbica (su miedo), a realizar una serie de acciones ritualizadas.
Los “rituales” pueden ser acciones, pensamientos o imágenes mentales que se repiten u organizan en secuencias específicas.
Lo que los distingue, en especial, del resto de patologías fóbicas, es que lo que atormenta a la persona con este trastorno ya no es el miedo inicial, sino la imposibilidad de abandonar la realización de los rituales.
Este trastorno puede dividirse en 2 tipos en función del objetivo al que se orientan los rituales comentados.
- Protector: Por un lado, tenemos los rituales que el sujeto piensa que, si los realiza, le protegen de que algo que podría haber ocurrido (neutralizar una posible maldición): lavarse las manos, comprobar una tarea por si no está bien realizada, desinfectarse, etc.
- Propiciatorio: Por otro lado, tenemos rituales compulsivos para evitar, de forma anticipada, que ocurra algo malo: realizar movimientos en una secuencia determinada y repetir un número determinado de veces, ordenar determinados objetos en cierta posición definida, repetir fórmulas mentales o verbales, repetir acciones cotidianas siempre en la misma secuencia.
De nuevo, la persona reducirá de forma progresiva vivencias y oportunidades, además, todo esto le supondrá realizar cualquier actividad o tarea en un tiempo cada vez mayor, generándole todo ello acusado malestar.
LAS MANIAS HIPOCONDRIACAS
Aquí nos encontramos ante personas continuamente asustadas por la posible existencia de una enfermedad en su organismo: realizándose auto-chequeos, sometiéndose a exámenes médicos, etc.
Lo más curioso de este trastorno es, que cuantos más resultados negativos van encontrando (que reflejan salud y ausencia de enfermedad), más se preocupan.. pensando que “su mal” es tan oscuro que los exámenes realizados no habrán sido suficientes, originando la necesidad de continuar indagando.
Lo más complicado de este caso es, que al estar estas personas continuamente tratando de analizar y chequear su organismo, ellos mismos provocan alteraciones fisiológicas que atemorizan y pueden transformarse en pánico con gran facilidad.
Haga el experimento: escuche el latido de su corazón, tratando de controlar el ritmo voluntariamente. Después de unos segundos podrá notar cómo este se ha acelerado. Una persona preocupada por su salud comenzará a temer por ello, experimentando miedo a llegar a sufrir un infarto o colapso.
Estas personas lo pasan especialmente mal por no tener escapatoria alguna, no le estará permitido evitar la peor de las compañías, la de sí mismo.
LAS FOBIAS POSTRAUMÁTICAS
En este caso, hablamos del temor frente a la posibilidad de que un suceso traumático real vuelva a ocurrir (accidente de carretera, incendio, abusos, etc.).
Nos encontramos ante una forma de miedo que no representa una patología, sino una sana memoria del organismo.
La patología emerge cuando la reacción de pánico se generaliza y aparece en situaciones asociadas a aquella experiencia que llevan al sujeto a una espiral de evitación de las mismas.. y que lejos de reducir el miedo, lo incrementan.
De nuevo, la persona reducirá de forma progresiva vivencias y oportunidades.
CONCLUSIÓN
Para terminar, nos gustaría hacer una distinción entre dos términos que tienden a confundirse en algunas ocasiones: ANSIEDAD Y MIEDO.
Si ansiedad y miedo fueran lo mismo, para extinguir un miedo sería suficiente con reducir la reacción ansiosa, no obstante, reducir la ansiedad de una persona puede inhibir sus reacciones, pero no altera sus percepciones y, en consecuencia, el miedo permanece.
Inhibir reacciones fisiológicas del miedo a través de sedantes, es como escayolar a una persona y luego someterla a estímulos para ella espantosos: no podrá reaccionar, pero tendrá de todos modos, o quizá incluso aumentada, la percepción del miedo, más aún, su imposibilidad de reaccionar incrementará su sensación de incapacidad para manejar dicha emoción.
Inhibir la ansiedad, inicialmente, hará que la persona se sienta mejor, pero después.. debido a que la percepción del miedo continua presente y probablemente.. crecerá, la persona experimentará una pérdida de control cada vez mayor.. y con ello, su confianza en sus propios recursos.