EL MIEDO, ESE NOTORIO DESCONOCIDO

El miedo es una emoción básica que nos facilita, desde tiempos remotos, la supervivencia, ayudando a reaccionar ante determinadas situaciones potencialmente peligrosas.

¿Alguna vez has saltado hacia atrás al ver un coche justo antes de cruzar la calle? Esa reacción automática, antes de que siquiera lo pienses: es el miedo salvando el día. El miedo es “una emoción” que nos prepara para actuar de manera veloz frente a posibles “amenazas”.

Pero ¿por qué consideramos el miedo algo “negativo”? Parece curioso que una emoción que nos ha permitido en tantas ocasiones nuestra supervivencia, por ser la que nos mueve a “actuar, luchar, huir”, hoy en día, esté valorada públicamente como “negativa” o incluso como una “debilidad”. Sin una dosis de miedo NO se sobrevive.

 

El problema no reside en el miedo en sí, sino cuando….

  • la respuesta automática no “resuelve” la situación percibida como amenazante,
  • la persona se bloquea por falta de recursos o por novedad de la situación, la sensación que se originará será la de ausencia de capacidad para manejar dicha realidad, predisponiéndonos a sentirnos en peligro ante situaciones similares de ese momento en adelante.
  • Optamos por EVITAR dichas situaciones, para no sentir ese malestar, consiguiendo así una “falsa sensación de control” que, como veremos… lejos de solucionar el “problema”, ¡lo hará cada vez mayor! cayendo en una espiral de evitación que nos limitará de forma progresiva.

 

¿Cuándo el miedo pasa a ser “patológico”?

 

Nadie nace con una fobia. Estas surgen tras múltiples intentos fallidos de enfrentar una situación. Cada evitación parece aliviar momentáneamente el miedo, pero solo lo hace más fuerte a largo plazo.

Es importante entender que, en un principio, estos intentos de solución se repiten porque, de alguna manera, funcionan como “reductores” momentáneos de la sensación y experimentación del miedo, o se sienten preventivos de su aparición.

La persona temerosa no es capaz, en un primer momento, de tener una visión a largo plazo. Para ella, lo único importante es reducir el terror que siente en este preciso instante.

 

Un psiquiatra le preguntó a un paciente que batía continuamente las manos:

    • ¿Por qué sigues batiendo las manos?

El paciente respondió:

    • ¡Para echar a los elefantes!

El psiquiatra rebatió:

    • ¡Pero si aquí no hay elefantes!

El enfermo replicó, mientras continuaba batiendo las manos:

    • ¡Ves cómo funciona!

 

El miedo siempre ha despertado en el ser humano el deseo de conocerlo y controlarlo. Sin embargo, ello ocasiona que su vida llegue a estar condicionada por este, por ejemplo:

  • La vida del agorafóbico condenada a salir solo y exclusivamente si va acompañado.
  • La vida del hipocondríaco a consultar reiteradamente a diversos profesionales su estado de salud por una posible enfermedad.
  • La del fóbico por sentir que requiere repetir rituales continuamente con los que piensa que se defiende y previene su temor, convirtiéndose en esclavo de sus obsesiones.

Igual solo te sientes limitado a situaciones específicas (fobias simples): miedo a volar, al agua, a las serpientes, u otras que bloquean completamente al individuo (fobias generalizadas) que impiden un gran número de experiencias (ataques de pánico, agorafobia, obsesiones compulsivas).

Destacar el hecho de que cuando una persona empieza a restringir sus experiencias sobre la base del miedo éste tiende a ampliarse y a limitar cada vez más las experiencias hasta convertirse en una incontrolable fobia generalizada.

 

 

¿Hasta qué punto sus miedos están limitando sus experiencias? ¿Hasta qué punto le impiden llevar a cabo sus deseos o desarrollar sus capacidades?

 

Un hombre está de puntillas en una pequeña habitación oscura y vacía, los brazos estirados hacia arriba, las manos aferradas a las barras de la pequeña ventana, única fuente de luz de la habitación. Si se aferra con firmeza e inclina hacia atrás la cabeza, puede ver un pequeño rayo de sol entre las barras superiores. No quiere correr el riesgo de perderlo d vista. Y así sigue tendiéndose hacia el rayo de sol, firmemente aferrado a las barras. Está tan empeñado en el esfuerzo de no perder d vista ese resplandor d luz vital que no se le ocurre soltarse y explorar el resto de la celda. Así nunca descubrirá que la puerta al otro extremo de la celda está abierta y que él es libre. Siempre habría podido salir a la luz del día, con sólo haberse soltado.

 

Anais Nin: “La vida se restringe o se expande en proporción a nuestro valor” o, por el contrario, a nuestro miedo.

 

 

 

 

¿Cuánto te limita el miedo? ¡Descúbrelo con este cuestionario!

 

  1. ¿Qué sueles hacer cuando sientes miedo ante una situación nueva/desconocida?
  2. a) Enfrento la situación, aunque me sienta incómodo/a.
  3. b) Me preparo lo mejor posible para evitar errores, pero a veces me cuesta actuar.
  4. c) Intento evitar la situación para no agobiarme en exceso.
  5. d) Pido ayuda o compañía para no enfrentarla solo/a.

 

  1. ¿Qué tipo de situaciones sueles evitar más?
  2. a) No identifico ninguna que evite en particular, suelo enfrentarme, aunque sienta miedo.
  3. b) A veces si siento que no las voy a realizar tan bien como yo quiero, las evito.
  4. c) Evito bastantes situaciones, aunque intento enfrentarlas en algunas ocasiones si me siento capaz.
  5. d) Evito todo tipo de situaciones que me generen miedo o malestar.

 

  1. Cuando te enfrentas a tu miedo, ¿Qué sueles sentir después?
  2. a) Me siento satisfecho/a y orgulloso/a.
  3. b) Me quedo algo inquieto/a, pero con el tiempo la sensación mejora.
  4. c) No cambia nada, sigo sintiéndome igual de inseguro/a, suele ocasionarme mucho malestar.
  5. d) Me frustra y angustia tanto que prefiero no volver a intentarlo.

 

  1. ¿Has notado que tu miedo ha ido creciendo o cambiando con el tiempo?
  2. a) No, siempre he tenido los mismos miedos, pero son manejables.
  3. b) Sí, algunos miedos pequeños se han vuelto más frecuentes.
  4. c) Sí, ahora me cuesta y dejo de hacer cosas que antes no eran un problema.
  5. d) Sí, cada vez siento que evito más cosas y mi mundo se hace más pequeño.

 

  1. ¿Qué crees que te ayudaría a gestionar mejor tus miedos?
  2. a) Quizá enfrentarme poco a poco a lo que me da miedo.
  3. b) Aprender técnicas de relajación o respiración para poder hacer las cosas tan bien como me gustaría.
  4. c) Hablar con profesional o pedir ayuda a algún familiar o conocido, sólo no me siento capaz.
  5. d) No lo sé, me siento perdido/a en este tema y no se si quiero intentarlo.

 

 

 

Resultados

 

 

 

Mayoría de A:

¡Bien hecho! Pareces tener una actitud proactiva frente al miedo. Aunque a veces resulte incómodo, sigues adelante. Sigue enfrentando las situaciones de manera gradual para mantener esta tendencia positiva.

 

Mayoría de B:

Tienes como propósito enfrentarte a tus miedos, pero la ansiedad o el perfeccionismo pueden frenarte. Intenta enfocarte en cada paso que das, exigirnos demasiado a veces puede paralizarnos. Las técnicas de respiración y relajación también pueden ayudarte a ganar confianza en el proceso.

 

Mayoría de C:

Es probable que el miedo esté empezando a limitar tu vida. Identificar tus patrones de evitación es clave: ¿qué situaciones has dejado de vivir? Podrías beneficiarte de pequeños acercamientos que te vayan devolviendo la sensación de que, por supuesto, ¡Puedes enfrentarte a ello!

Mayoría de D:

Es posible que el miedo esté condicionando muchas áreas de tu vida, y puede que te sientas atrapado/a. Es importante que, si no consigues hacer pequeños cambios al respecto, hables con un profesional para obtener herramientas más efectivas que te ayuden a superar esta espiral de evitación. No tienes por qué hacerlo solo/a.

Deja un comentario

Ir al contenido