LA EVITACIÓN EMOCIONAL COMO FORMA DESADAPTATIVA DE RESPONDER ANTE UN PROBLEMA.
La evitación emocional es un mecanismo desadaptativo que consiste en ignorar o evadir emociones desagradables en lugar de enfrentarlas. Aunque a corto plazo puede generar alivio, a largo plazo esta estrategia afecta negativamente nuestra salud mental, física y emocional. Por ejemplo, en el ámbito laboral: Evitar pedir ayuda a un superior por miedo a críticas o evitar confrontaciones con compañeros de trabajo que actúan de manera irrespetuosa.
Un estudio en el International Journal of Psychotherapy Practice and Research indica que la evitación emocional puede causar:
Enfermedades psicosomáticas y dificultades para dormir.
Comportamientos compensatorios ineficaces, como el uso excesivo de redes sociales o televisión.
Estereotipar y automatizar nuestras respuestas emocionales, desconectándonos de lo que realmente sentimos.
Fingir ser alguien que no somos, buscando complacer a los demás y dejando de lado nuestras propias emociones.
Perder oportunidades de disfrute y autoconocimiento.
No poner límites, lo que perpetúa situaciones molestas.
Por lo que en este artículo se van a mostrar estrategias de afrontamiento, que nos ayuden a gestionar de una mejor manera situaciones difíciles. Así generar alternativas para afrontar mejor, ya que recurrir a la evitación emocional sólo consume nuestra energía mientras más tratamos de evitarla. La clave es aceptar y enfrentar las emociones, permitiendo convivir temporalmente con el malestar para tomar decisiones que nos protejan y nos hagan avanzar. Esta es la manera más saludable para nuestra salud física y mental.
INTRODUCCIÓN
Vivimos en un mundo que está en constante cambio; un mundo dinámico. A lo largo de nuestra vida, van modificándose ciertos aspectos, y con ellos debemos también cambiar nosotros y nuestra reacción hacia los mismos. Si este cambio se produce correctamente, estaremos adaptándonos a la situación. Por el contrario, si por X motivos, no somos capaces de afrontar las nuevas situaciones, podríamos estar ante relaciones desadaptativas con el medio.
Por ejemplo: Ser reacios a formaciones de actualización tecnológica en el ámbito laboral (manejo de ordenadores, uso de aplicaciones informáticas, etc.). Cuando vemos esa opción como un problema, genera cierto rechazo, en vez de verlo cómo una oportunidad de cambio y cómo herramientas que nos pueden facilitar nuestro día a día.
Prácticamente todas las personas utilizamos o hemos utilizado la evitación como forma de afrontar las situaciones que nos generan malestar. Nos sentimos tan mal, que la única manera que vemos de reducir o hacer desaparecer ese malestar es evitando aquello que nos hace sufrir.
Esta es una respuesta que, aunque pueda parecer beneficiosa a corto plazo (ya que desaparece el malestar), a largo plazo es muy perjudicial y nos hace quedarnos enganchados en el problema.
¿Qué es la evitación emocional?
La evitación emocional podría pensarse como un mecanismo de defensa que nos lleva a negar las emociones que experimentamos ante una situación determinada. No obstante, eso que puede comenzar como un modo de preservarnos, se termina volviendo en nuestra contra, ya que nos deja sin recursos y sin posibilidad de actuar.
Dado que las emociones son una respuesta natural, necesaria y adaptativa de nuestro organismo para proveernos de cierta información, intentar evitarlas es atentar contra nosotros mismos. Significa ignorar aquello que —por sí mismo— el cuerpo ya nos está comunicando de alguna manera.
Es una forma desadaptativa de responder ante un problema. A corto plazo, quizás nos evitamos un mal momento, la tensión o la vergüenza. Pero a largo plazo, habremos interiorizado esa frustración o esa vergüenza, y nos repetiremos una y otra vez el mensaje de que no somos capaces. Al final, solo reforzamos ese temor inicial y reduciremos progresivamente experiencias o posibilidades.
Ejemplo: Imagina que desconoces un procedimiento que se lleva en tu empresa, pero intentas averiguar por medio de tus compañeros y no directamente con el responsable de área. Tus compañeros te explican a su manera, pero a la vez, dudas si realmente lo estas haciendo bien. Pero ahí estas, evitando un momento incómodo que a largo plazo generará un sentimiento de inseguridad, porque no te atreves a preguntar al jefe responsable por miedo a las criticas que puedan hacer sobre tu trabajo.
¿Qué consecuencias puede traernos de la evitación emocional?
Un estudio compartido a través de International Journal of Psychotherapy Practice and Research expone que la evitación emocional acarrea consecuencias en la salud física y mental. En sí, se convierte en una barrera para alcanzar un estado de bienestar. Algunos de sus efectos son los siguientes:
Pueden aparecer enfermedades psicosomáticas y dificultades para conciliar el sueño.
Se generan actuaciones compensatorias, poco útiles o desmedidas. Por ejemplo, pasamos mucho tiempo en redes sociales o frente al televisor con tal de evadirnos y no pensar en el tema que nos aqueja (no pudiendo así encontrar alguna solución a aquello que nos molesta o afecta).
Por ejemplo: Te molesta que tu compañera del trabajo te hable alto y de malas maneras que te hace sentir mal, pero no le manifiestas tu desagradado por la manera en la que se ha dirigido a ti. Regresas a casa y sigues pensando en lo ocurrido, tratas de evadir el pensamiento, pero al volver al día siguiente al trabajo te encuentras con el mismo panorama. En vez de dirigirnos directamente a esa persona y manifestarle lo mal que nos ha sentado, preferimos callarnos y no resolver esa problemática. Esta falta de límites puede derivar en situaciones de estrés y confusión, afectando negativamente la manera en que percibimos nuestro valor personal.
Empobrecemos nuestro mundo emocional. Nuestras respuestas se vuelven estereotipadas, automáticas, con un tono emocional inadecuado y poco conectado con lo que en realidad estamos sintiendo. Esto no solo nos perjudica a nosotros mismos, sino que también interfiere en nuestras relaciones.
Fingimos ser alguien que no somos, al no querer entrar en contacto con lo que sentimos. De esta manera, acabamos siendo complacientes con los demás y nos dejamos guiar por sus emociones, mientras descartamos las propias. ¿Te ha ocurrido que vas a una reunión con amigos estando tremendamente triste y finges que no te ocurre nada? Seguramente hayas llegado a casa derrotado/a y con la sensación de no haber disfrutado nada.
Nos perdemos oportunidades de disfrutar, de conocernos o de «darnos» a otros. Al contrario que en el caso anterior, en reiteradas ocasiones, al dejarnos llevar por nuestra sensación de tristeza y falta de ganas evitamos un plan que posiblemente nos lleve a estar distraídos durante un buen rato e incluso disfrutar.
Por otro lado, nos impide poner límites. Al buscar evitar el conflicto, no somos claros con los demás, por lo que es posible que la situación que nos molesta se repita una y otra vez.
¿Cómo superar la evitación emocional?
Es de suma importancia afrontar la evitación emocional. En primer lugar, conviene identificar y validar las emociones para lograr gestionarlas. Veamos en detalle algunas estrategias.
Reconocer las emociones
Empieza por reconocer lo que estás sintiendo. Haz una «lluvia de ideas» sobre esas emociones, no descartes ninguna. Ponles un nombre; ira, enojo, impotencia, sensación de injusticia, frustración, etcétera.
Hacer ejercicios de respiración
También puedes tomarte unos minutos a solas, cerrar los ojos y centrarte en tu respiración. Es una forma de tranquilizarse y de evitar que la emoción te abrume. Esta estrategia ayuda a mitigar el estrés y la ansiedad al reducir los niveles de cortisol.
Aceptar las emociones y gestionarla
Tras tomar unos minutos para respirar, trata de permitirte sentir esa emoción y aceptarla, recuerda que viene a “contarte” cómo te encuentras y te da la capacidad de tomar decisiones si algo te está afectando negativamente.
Pensar en qué hacer con esa emoción
Se trata de buscar opciones para lo que estás sintiendo. Por ejemplo, si sientes enojo con un amigo por algún comentario ofensivo, ¿qué podrías hacer? ¿Con qué te sentirías a gusto? Analiza los pros y los contras y luego «traza» distintos planes para elegir el que te haga sentir conforme.
Reconocer el poder de las emociones
Experimentar las emociones aumenta la fortaleza y el autoconocimiento. En este sentido, como hemos comentado, puedes aprender de las emociones, interpretar el mensaje que te quieren dar y hacerte cargo de ellas para poder buscar una solución o alternativa.
No etiquetar las emociones como negativas
También es importante dejar de etiquetar las emociones como negativas. Mejor asumirlas como incómodas o desagradables. Es natural que aparezcan. Por ejemplo, frente a una respuesta que no te esperabas de un compañero de trabajo o superior.
Validar y reconocer las emociones
Elige alguna manera de darle lugar a tus emociones y reconocerlas. Por ejemplo, a través de un diario de emociones, en el que vuelcas cómo te sientes, qué ha originado esa emoción y qué haces al respecto. Quizá encuentres cómo, sin pretenderlo, no estas tomando decisiones que te protegen de volver a experimentar alguna que te ocasiona malestar.
Por ejemplo: te causa enfado que no se cumpla el reparto de tareas en casa, prefieres no decir nada para no generar conflicto, y eso ocasiona que la otra persona no sepa que eso te ha afectado, no pudiendo encontrar solución para ello.
La evitación emocional, es como un elefante en la habitación
Mientras más tratamos de evitar una emoción, más nos encadenamos a ella. Es decir, si hacemos el esfuerzo por evitar pensar en algo, más cuerpo y entidad le damos, más presente se hace y más energía consume. Lo que debemos hacer es aceptar lo que nos sucede, y luego atendernos.
Procurar convivir de manera temporal con ese malestar y esa angustia que nos genera esa emoción.
Sentir la incomodidad que puede llegar a generarte una emoción desagradable, será lo que te mueva a tomar decisiones que te protejan y te hagan avanzar. Es lo más sano para nuestra salud física y mental.